sábado, 30 de agosto de 2014

CUEVAS, BUDAS Y NATURALEZA

Tour por Hpa-An
Erase una vez un americano, un alemán, una belga y un estonio...

Nuestro segundo día en Hpa-An (Pa An) queríamos realizar un tour por los alrededores para visitar las cuevas, monasterios y los impresionantes paisajes que hacen famosa esta zona del sur de Myanmar.

Debido a la lluvia la ruta la hicimos en tuk-tuk; tuvimos la suerte de podernos añadir a un grupo y así, a parte de salirnos muy barato, conocimos a otras personas y Miguel practicó mucho inglés.

Yathaypyan Cave
Impacta el contraste de colores y el enclave de esta espectacular cueva. Llegamos con la lluvia cayendo y entre brumas, y ver los dorados entre el exuberante verde de la vegetación nos pareció precioso.



En este viaje pasas más tiempo descalzo que calzado y andar por las cuevas de suelo mojado y verdín es un poco peligroso, de hecho, todos nos resbalamos en algún momento y nos hicimos las correspondientes "heridas de guerra".





Ver caer la lluvia desde el interior de la cueva es impresionante. Cuando llegamos, un monje nos hizo de improvisado guía turístico, aún sin entendernos a penas, y nos fue mostrando los recovecos del lugar.





Por el camino captamos algunas escenas cotidianas, ya que la ruta pasa por distintas aldeas.



Kawgoon Cave
Cuevas del siglo VII que tienen la peculiaridad de que sus paredes están repletas de relieves de pequeños budas, a demás de las figuras de buda sentado que se pueden ver en la foto.


Kyauk-Ka-Lat
Se trata de un complejo de monasterio y pagoda (construida sobre una roca situada en medio de un lago). Su espectacular enclave es lo más destacado.






Lonebini Garden
1150 budas sentados a tamaño real cubren la falda de la montaña Zwegabin dejándonos con la boca abierta.



Paramos a comer en Yae Ta Khon, por cierto, muy bien. Y después, un baño refrescante y un poco de diversión sobre donuts gigantes!





Kaw Ka Thawng cave
A parte de la cueva con budas, lo mejor de este lugar es la hilera de estatuas de monjes que conectan las dos partes del complejo. 




Pero sin duda, lo mejor de todo es subir por unas escaleras que hay entre el templo y un laberinto, justamente en el camino de entrada, que te llevan a la cima de la montaña y te permiten disfrutar de unas vistas espectaculares de todo el valle (eso sí, jugándote la vida al subir y al bajar por sus empinados y musgosos escalones).








Lakkana village
Tras cruzar el puente nos encontramos en una típica aldea birmana, entre medio de una zona selvática, por la que estuvimos paseando y viendo el día a día de sus habitantes. Parecía sacada de otra época.






Vuelta a Hpa-An y una buena cenita!

viernes, 29 de agosto de 2014

DESCUBRIENDO MÁS CIUDADES

Sigue la ruta por Myanmar: Pa An nos encanta
Llegamos a la Guest House Soe Brothers y pedimos ver la habitación, nada que ver con la frialdad de nuestro anterior alojamiento. Esta vez, elegimos una pequeñísima habitación donde a penas cabía la cama y con baño comunitario, aún así, el ambiente que se respiraba ya nos dio buenas vibraciones. 




Indispensable probar los dulces de los puestos callejeros, esta especie de torta con azúcar que me recuerda a nuestros churros, está deliciosa!


El durián es una fruta que no deja indiferente, su olor es pestilente (tanto que muchos hoteles no dejan que los subas a la habitación, ¡tanto que existen carteles específicos donde se prohíben!), pero aseguran que está deliciosa, y lo creo, porqué si no fuese así no estaría por todas partes...


En los mercados siempre hay mucha actividad y nos gusta mucho pasear por ellos y tratar con sus comerciantes, en cada ciudad que visitamos es para nosotros una parada obligada.




Salvo algunas diferencias, vamos encontrando el mismo tipo de productos. Para no aburrir con más imágenes de los mismo (tenemos a montones), os quiero mostrar lo que ya comentaba en alguna otra entrada, los birmanos sienten fascinación por las luces, que usan para decorar cualquier cosa o lugar. 


El día a día: cargar la pick up hasta no poder más.


Paseando...


Y paseando... nos hemos plantado en el embarcadero que lleva a la isla Mt. Hpar Pu, hay otro un poco más grande, pero nosotros ni hecho a posta, hemos llegado al pequeño embarcadero donde a penas tres o cuatro canoas realizan el corto trayecto. 


Para acceder a la zona de las canoas debes pasar por un tramo de barro negro en el que se te hunden los pies. Después de ponerme perdida de barro intentando sacar mis chanclas que habían hecho ventosa con el viscoso lodo, una anciana me indicó amablemente que me limpiara en la orilla. Mientras, los chicos de las canoas achicaban el agua para poder realizar el viaje.



Merece la pena visitar la isla, la vegetación exuberante, la calma... Hace mucho calor, pero aún así decidimos subir unos cuantos escalones para ver las vistas, llegamos empapados de sudor y cansados, ni un buen rato a la sombra nos quitaba la sensación de bochorno. Una vez abajo, paramos a tomar unas cervezas frías que nos consiguieron reponer del esfuerzo.






Ese día comimos en frente de la mezquita, al lado del mercado, samosas (empanadilla triangular típica asiática) cortadas a trozos con patata con pimentón (o similar), pollo, verduras y hierbas en juliana y caldo. ¡Riquísimo!


                                                                                          
La iluminación de noche es muy escasa pero el ambiente es muy agradable. Esa noche nos tomamos unas cervezas en el Luky Restaurant, recomendado por nuestra Guest House. Lo mejor hasta ahora ha sido sentirnos los únicos "guiris" de Myanmar, en el Lucky se acabó nuestra exclusividad, coincidimos con una pareja belga-alemana con la que charlamos un rato y nos quedamos a cenar allí mismo.

Estábamos buscando un cibercafé o algo parecido, pero el único sitio estaba cerrado. Sin móvil, sin conexión y sin televisión, no se vive nada mal en realidad.

Nos acercamos a una zona donde había bastante ambiente a tomar unos tés, en el Chit Lay, y dimos por acabado el agotador día.